Julio: | María, en tu infancia, cuando vivías en Venezuela, ¿tenías piñatas? |
María: | ¿Piñatas de ésas que hay que romper con un palo para liberar su contenido? |
Julio: | Sí. ¡Piñatas! |
María: | Sí, por supuesto. En algunos cumpleaños los padres del cumpleañero compraban una piñata de papel maché. Siempre era motivo de alegría verla colgando, porque sabíamos que adentro escondía una gran cantidad de golosinas. A veces también había piñatas en bautismos o comuniones, pero no era tan común... |