Propiedad Incierta
La herencia
Al cabo de un mes, empezamos la pequeña reforma del
techo central de la casa. No había mucho trabajo, pues
el propietario fue tajante: quería gastar el dinero mínimo
para que no se derrumbara el techo. ¡Ni un céntimo más! Era un
lunes por la tarde cuando fui a supervisar la
reforma con el albañil. Así que quedamos en
la misma gasolinera. Ese día, el señor Perales no vino, estábamos solamente el
albañil y yo.
—Una propiedad tan maravillosa y
tan dejada,— comenté al albañil cuando
subíamos la ladera de la montaña en su coche.— ¡Qué pena!
Supongo que el costo de la reforma es demasiado grande