El Diario de Ernesto Madero
Capítulo 8 – Una nube de lágrimas
 La voz del profesor Bartrén sonaba como un disco rayado, repitiendo teoremas y números, uno tras otro en listas interminables. Por la ventana podía ver a gente caminando por el jardín común, disfrutando del sol, libres de ecuaciones, ángulos y fracciones. Es lunes y es un día precioso. Así comienza mi cuarta semana de clases en la UNAM.
"Oye, Madero," dijo un chico sentado a mi lado, Sebastián. "Estás soñando despierto otra