¡Hola a todos, y bienvenidos a un nuevo episodio de nuestro programa informativo semanal! Yo soy Verónica, y hoy es miércoles, 19 de diciembre de 2018. Los populistas de todo el mundo nos tienen acostumbrados a sus grandilocuentes discursos, que presentan soluciones sencillas a problemas complejos. Pero parece que al presidente húngaro, Viktor Orbán, le ha llegado el momento de enfrentarse a la realidad...

Parece que, finalmente, el discurso y las políticas anti-inmigración del presidente húngaro, Viktor Orbán, se han vuelto contra él, cual boomerang que vuelve inesperadamente para golpearle a uno en la cabeza.

Con una tasa de desempleo del 3,7 por ciento, Hungría necesita trabajadores. La solución obvia sería incentivar la mano de obra extranjera, pero, como todo el mundo sabe, bajo Orbán los inmigrantes no son bienvenidos al país. ¿Qué hacer entonces? Muy sencillo: obligar por ley a que los húngaros trabajen más.

Quien sí que tuvo que enfrentarse a las consecuencias de sus actos, esta vez en España, fue el Gobierno del Partido Popular, apeado del poder hace unos meses tras una moción de censura. Pero los problemas con la Justicia del PP no han acabado, como les contamos en la siguiente noticia.

El 24 de mayo, la Audiencia Nacional de España hizo pública la sentencia del “caso Gürtel”, una macrocausa de corrupción con decenas de condenados, incluyendo, a título lucrativo, al partido político que gobernaba el país en aquel momento: el Partido Popular (PP).

La Audiencia Nacional consideró probado que entre el PP y el grupo empresarial Correa se estableció “un auténtico y eficaz sistema de corrupción institucional a través de mecanismos de manipulación de la contratación pública central, autonómica y local”. Al día siguiente, el PSOE registró en el Congreso de los Diputados una moción de

Parece que en nuestro país no logramos dejar atrás la lacra de la corrupción. Y otro problema que no solo no conseguimos resolver, sino que va a peor, es el juego. Lo cual no resulta sorprendente si, como veremos en la siguiente noticia, quienes deberían estar trabajando para atajar este problema no están haciendo absolutamente nada...

Diría que una de las cosas que atrae a la gente a visitar nuestro país es que los españoles disfrutamos de la vida, y esa alegría es contagiosa. Pero esa “filosofía de vida”, que tiene muchas cosas buenas, también tiene un lado negativo. Por ejemplo, creo que nos hace susceptibles a caer en la tentación del dinero fácil.

No me entiendan mal, en España obviamente somos conscientes de que, para ganarse la vida, hay que trabajar. Pero hay una fantasía que nunca se apaga del todo en nuestra mente… ¿y si hubiera una manera de ganar dinero con poco esfuerzo y, en lugar de trabajar, uno pudiera dedica

Y, tras la última advertencia a España del Fondo Monetario Internacional, cabe preguntarse si quienes controlan la concesión del crédito financiero en nuestro país tampoco están cumpliendo con su deber. Las consecuencias de una negligencia en este área ya las conocemos, y no creo que queramos revivirlas...

Tras la crisis financiera de 2008, hay dos palabras que quedaron grabadas en la memoria de los españoles, y que todavía hoy nos siguen causando pavor: burbuja inmobiliaria.

Así que, leyendo en el diario El País, el pasado 10 de diciembre, que el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha pedido a España que comience a “vigilar” el precio de la vivienda, uno no puede evitar inquietarse. Y, sin embargo, en nuestro país la mayoría no parece estar muy preocupada… 2017 fue el primer año, desde hace casi una década, en que los españoles no ahorramos: las rentas de los hogares no fueron suficientes para c

Y, tras leer la última noticia de la semana, quizá concluyan, si no lo han hecho ya, que existe un riesgo muy real de seguir inmersos en un mar de noticias falsas. A diferencia de la concesión de créditos, en este caso no es ya que los supervisores gubernamentales no estén haciendo su trabajo… es que la regulación necesaria ni siquiera existe.

Durante unos años, cansada de pasar media vida frente al teclado de mi ordenador, me dediqué a trabajar de panadera. En esa época, durante unas vacaciones en Estados Unidos, tuve oportunidad de charlar con un ingeniero de Silicon Valley. Al conocer mi dedicación, el ingeniero comenzó a fantasear con la idea de automatizar la elaboración de lo que conocemos como “pan artesano”. Horrorizada, le pregunté qué sería entonces de los panaderos. Me respondió con la siguiente pregunta: “¿Cuántos panaderos hay en la bahía de San Francisco?”

La capacidad que tienen los ingenieros para centrarse en un prob